martes, 2 de octubre de 2012

Sostenibilidad y Regeneración Urbana


SOSTENIBILIDAD Y REGENERACIÓN URBANA: MODAS Y REALIDADES.














Desde que Thomas Robert Malthus advirtiera, a principios de siglo XIX, del conflicto entre superpoblación y limitación de recursos naturales, la astucia de la razón ha permitido generar mejores condiciones de vida y de producción pero, hace cuarenta años, el Club de Roma ya habló de los límites del “crecimiento”. Un año después se produjo la primera crisis energética y en los años 90 se empezaron a acuñar conceptos como sostenibilidad, biodiversidad, huella ecológica, cambio climático, etc. y la cumbre de Río, organizada por NN UU en 1992, puede considerarse como un punto de partida para una nueva interpretación de la relación entre la especie humana con su planeta. 

















En un mundo global y mercantilizado, que gira en torno a la imagen, las marcas son referentes primarios de modo que, una intuición inicial puede ser un éxito, incluso una referencia obligada, pero debe consolidar su reconocimiento por motivos varios. Así que el concepto sostenibilidad, trivializado en sus inicios, se ha asentado como “marca” y factor determinante de un discurso global, al que posibles oportunismos no deben restar la trascendencia de su aplicación. El problema es qué se dice y quién lo dice. Es conocido que “bajo de la piel humana muchas bestias se disfrazan”, con la sostenibilidad ocurre algo similar, bajo la etiqueta de “sostenible” surgen auténticos engendros insostenibles. “La batalla Verde se juega en la Ciudad”, titulaba Anatxu Zabalbeascoa su artículo publicado en “El País”, es una gran verdad pues las ciudades concentran la mayor demanda de recursos (los edificios el 50%) e impacto ambiental. Importa saber cómo intervenir para ser más eficientes, utilizando menos recursos y reduciendo su impacto y, en este punto, pueden surgir monstruos con etiqueta. La base de cualquier pensamiento razonable, como la sostenibilidad, es el “sentido común” y desaparece ante la voluntad de alardes, lamentablemente. Varios casos que menciona son disparates, crónicas anunciadas de fracasos; el caso de “Treasure Island”, una isla azotada por el viento y la niebla en San Francisco-.¿Acaso no había un sitio mejor?- según un proyecto de Skidmore, Owings & Merril; o Masdar en Abu Dhabi, de Norman Foster, tan cara que no pueden vivir los trabajadores, y unas cuantas más similares, ignoran el sentido común, o análisis previos, más allá de un plan de negocio... Pero muestran la etiqueta de la “High Tech” al servicio de la sostenibilidad. La buena Arquitectura admite muchas vías para lograr buenos resultados, pero el resultado de esta hipertrofia inoxidable puede ser una moda sarcástica.











En la Historia de la Arquitectura/ Ingeniería hay precedentes obvios de  la Arquitectura High-Tech, empezando por el Chrystal Palace de Paxton, o su excelente versión española en el parque del Retiro, la torre Eiffel, la torre Chrysler en Manhattan, etc son obras maestras que abrieron nuevas vías en la tecnología de la construcción, así como una estética tecnológica nueva para la Historia de la Arquitectura y esa vía subsiste, pero sus obras maestras, como casi toda manifestación que alcanza el nivel clásico, debe tener un trasfondo de equilibrio, algo que se antoja lejano, a la vista de la época precedente de exceso .   






















Existe, además, un componente personal que tiene precedentes de “recuerdo del futuro”, para quienes disfrutábamos de Flash Gordon, John Carter, Buck Rogers o “La Guerra de las Galaxias”. El futuro parecía ir en esa dirección hasta los años “70”, pero la realidad nos ha llevado a un futuro menos “espacial” y más terrenal. Como es natural, siempre he admirado la creatividad de Archigram, Renzo Piano o Richard Rogers, por su obra y a éste incluso por su magnífico libro “Ciudades para un Pequeño Planeta”; la exposición que organizó La Caixa sobre su obra es de las mejores que he visto sobre un arquitecto en activo. Sin embargo, aún ofreciendo un discurso ambiental ponderado, su obra es una excelente muestra de arquitectura High Tech, implementada con la filosofía del ecourbanismo. Ahorrar gastando más puede parecer algo extraño e incierto. Como oposición, me parece admirable la obra de Hassan Fathy, el arquitecto egipcio que utilizaba recursos de la construcción popular, para lograr una Arquitectura realmente eficiente, sostenible y bella. Cristopher Alexander, alejado de cualquier  referencia de autor, es tal vez quien ha profundizado más en esa investigación sobre la construcción popular, cuando habló de un "lenguaje de patrones" asociado al entorno y el referente de la experiencia práctica local. Tal vez debería buscarse el equilibrio de los dos planteamientos, patrones eficientes tradicionales, reforzados por la innovación tecnológica, con la dificultad que tiene evitar un “pastiche”, tipo Mad Max, sin caer en lo cutre. Tampoco debe olvidarse que la simple búsqueda de la imagen lleva aparejada la idea de moda, con lo que tiene de efímero, y sólo los productos rigurosos suelen superar el juicio del tiempo.









La sostenibilidad de las ciudades no es una moda, ni una colección de imágenes oportunistas, es un proceso determinante para la salud del planeta, pero que ofrece dos escenarios claramente diferenciados. Los territorios urbanos consolidados (los sometidos a un orden urbano, aglomeraciones en “sprawl” y aglomeraciones simples) y los nuevos desarrollos. Los últimos son más propios de países emergentes, junto a ciudades muy transformadas y crecientes aglomeraciones ya existentes en sus territorios. Los entornos urbanos consolidados suelen pertenecer al  mundo desarrollado, que debe dedicarse a consolidar y mantener lo que tiene y a corregir sus importantes “sprawls”. Por eso ahora interesa seriamente la Regeneración Urbana, una línea esencial de sostenibilidad y referente futuro de actividad económica.










Rem Koolhaas afirmó que el urbanismo siempre llega tarde y tiene bastante razón, porque antes suelen llegar la necesidad o el negocio. Así que la labor del urbanismo actual, especialmente en términos globales, no es tanto la creación de la ciudad, como la corrección de “lo urbano” surgido, llámese “sprawl” (en adelante  aglomeración) o la corrección de los desequilibrios de entornos urbanos. Pueden darse casos de ciudades modelos “ex novo”, pero proceden de una voluntad pública, promociones privadas de alta proyección mediática, o la asociación de ambos factores. China encabeza la carrera a la búsqueda de lo nuevo (nuevas ciudades, “ecociudades”, torre biónica, etc.) por la cuenta que le trae la presión demográfica, los límites utilizables de su medio natural, incluso el poder de su imagen como superpotencia emergente; pero hay ejemplos en otros países, fundamentalmente en el extremo y medio oriente, como producto del encuentro de la necesidad y el dinero. 












En nuestro entorno occidental y europeo, sorprende cómo se han podido generar dos discursos paralelos tan antagónicos, respecto a la colonización del espacio urbano: la ciudad compacta y ordenada mediterránea o grecolatina y la urbanización del territorio sajona. Por supuesto que la realidad entremezcla ambas formas, pero su filosofía no es de fácil compatibilidad, pues enfrenta a lo urbano, frente a lo “antiurbano” de la escuela sajona, defensora de la ciudad jardín en contacto con el medio natural. Ambas filosofías tienen su lado oscuro; la ciudad compacta el hacinamiento y la ciudad jardín el “sprawl”. Así que una parte importante de las aglomeraciones desparramadas, se trata de formas ”antiurbanas” de ocupación del territorio, basadas en conjuntos residenciales de viviendas unifamiliares, Se convierten en "no lugares", ajenos a núcleos de centralidades comerciales y de servicios, generadores de tráfico autónomo de conectividad y vinculados a drásticas zonificaciones, con escasa permeabilidad de usos. Sin embargo, lo que no ha logrado el urbanismo, como disciplina al servicio del bienestar del ciudadano, lo puede lograr la economía, una disciplina especulativa pero fundamentada en que los números hablan aunque no se les pregunte, y su voz actual suena más fuerte que hace cuarenta años.


 












Durante los últimos cuarenta años, nuestros edificios, vehículos, electrodomésticos, motores, etc. han mejorado mucho su eficiencia energética, pero no así nuestras ciudades desparramadas por el urbanismo difuso de baja densidad, iniciado hace treinta años. Reequilibrar esos desarrollos y reducir su dependencia del transporte, es un desafío para nuestras ciudades en los próximos años. Hablamos de un problema estratégico de dependencia energética, a nivel nacional, y en él están implicadas desde la Unión Europea y sus Estados, hasta los municipios y ciudadanos, destinatarios y agentes finales de las buenas prácticas necesarias. Como final, en España la reforma prevista del sector energético sólo avanza una conclusión: los ciudadanos pagarán más por la energía, más sostenibilidad económica de bolsillo.












La Sostenibilidad con su compromiso básico de las “4 R” (reducir, reutilizar, rehabilitar y reciclar) se ha convertido en un referente urbanístico esencial, tanto de la estructura urbana, como del tejido edificado que la integra, de modo que la rehabilitación ya se considera la opción prioritaria de nuestro desintegrado sector edificatorio. Naturalmente, la implicación es total y puede variar desde rehabilitaciones aisladas de edificios a actuaciones sistemáticas sobre zonas urbanas o barriadas, con importante experiencia acumulada sobre ello desde el RD 2555/ 82, primer documento que abordó el tema, incluyendo el concepto de Áreas de Rehabilitación. Lo que sucede es que, el Estado y algunas Comunidades Autónomas, parecen haber tomado cierta conciencia del problema y pretenden el paso adelante.









La Regeneración Urbana supone ese paso, un empeño elogiable que suele ir  acompañado de alguna “guarnición”, como el alquiler de viviendas, o lo que proceda. El salto es cualitativo pues podría definirse como “la recuperación física y funcional de zonas obsoletas de la ciudad, mediante el establecimiento de condiciones ambientales, sociales y económicas que favorezcan el medio de vida de una población equilibrada, mediante un desarrollo sostenible.” Es decir, un proceso que transciende de la mera recuperación física (rehabilitación) y encierra una complejidad superior, pero genera múltiples sinergias que favorecen su desarrollo. Implica la transversalidad de la sostenibilidad y afecta a la rehabilitación, la movilidad, la cohesión social, la actividad económica, la salud, la seguridad, etc. y pensemos que también a la belleza, otro factor que forma parte de la calidad de vida. Las ciudades que han disfrutado de un Proyecto URBAN, han podido acceder a la experiencia de valorar y mejorar otras dimensiones de la ciudad, mas allá de la pura recuperación física. La Regeneración Urbana viene a ser una coincidencia de ambos procesos y es la pieza estratégica básica de la sostenibilidad, ya que su aplicación reduce la demanda de recursos y la presión sobre el medio natural. Una apuesta irrenunciable que mejora la vida de los ciudadanos y del planeta, que la necesita para recuperar el equilibrio sostenible amenazado. 





La ONU, mediante las convocatorias de HABITAT, concursos de Buenas Prácticas para una Ciudad Sostenible, ha ido reconociendo gran variedad de iniciativas que abren diversas vías hacia la calidad de vida urbana, cuyo ensamblaje apunta a la regeneración. Sin embargo resulta especialmente representativo el análisis de José Antonio Gordaliza, cuando, en la valoración de la segunda convocatoria, afirmaba que la “Exclusión Social (producida por causas laborales, económicas, de género, de edad, etc) y Exclusión Espacial constituye, en la mayoría de los casos, las dos caras de una misma moneda”. Este es el verdadero trasfondo de la Regeneración Urbana y embrión de las dificultades de formular proyectos completos para abarcarla. 





La experiencia ha demostrado que las mejoras físicas pueden convertirse en tratamientos cosméticos, que se pierden poco tiempo después, en caso de no actuar sobre las causas socioeconómicas y culturales subyacentes en el ámbito de actuación; por ello LA REGENERACIÓN URBANA ES UN SALTO CUALITATIVO NECESARIO Y AHORA ES EL MOMENTO PARA INICIARLA. La admirada película "Bienvenido Mr Marshall" expone, en clave de humor y poética, cómo las mejoras "ambientales" pueden convertirse en un sueño con un amargo despertar. No se ocultan las especiales dificultades del momento actual, con las Administraciones bajo mínimos y sin poder asumir el posible liderazgo de su promoción. Deberán ser los ciudadanos quienes tomen conciencia de su importancia. Así que, desde el Área de Fomento/ Vivienda/ Urbanismo suelen referirse a la Rehabilitación Urbana, más que a Regeneración, lo que no deja de reconocer su importancia, dentro del nuevo paradigma de la actividad edificatoria y búsqueda de la sostenibilidad. 








La limitación de recursos económicos, tanto públicos como privados, es ciertamente preocupante, de modo que la debilidad de las iniciativas es evidente y la actividad del sector continúa cayendo. Desaparecidas las ayudas públicas, Europa ha vetado las medidas fiscales (desgravaciones por la adquisición de vivienda) para dar salida al excedente de viviendas en unos tres años, de este modo se enquista el problema inmobiliario y se engorda el financiero. Es un planteamiento económico erróneo, entre otros, de la Unión Europea, que impide la recuperación del sector minimizando su dinamización, lo que afecta a la aplicación de políticas de Regeneración Urbana, junto a la ausencia de crédito. El excedente inmobiliario acabará absorbido, pero quedará un segmento de promociones de difícil salida, por la débil demanda de sus características, y se precisará el estudio de vías singulares de regeneración, que aporten operatividad a ese patrimonio. En las penosas condiciones actuales, salvo escasas iniciativas particulares, la mejora de la actividad edificatoria pasará por intervenciones que se justifiquen por el ahorro energético, cuya incidencia reducirá costes en las comunidades de propietarios y en nuestra dependencia energética.



Las Comunidades Autónomas han realizado convocatorias de ayudas para la mejora de la eficiencia energética de los edificios (envolvente e instalaciones), pero es incierto que se repitan, ante la oleada de recortes). El IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) es un ente adecuado para ello y ha planteado operaciones más imaginativas, financiables en base al ahorro energético por lograr, y similares a las existentes en otros países europeos. Mediante la financiación por terceros (FPT), incluso la cesión a terceros por comunidades para la explotación de sus instalaciones mejoradas mientras se amortizan las mejoras de instalaciones y envolventes, una vez amortizadas, las retorna a los propietarios. Es una vía muy interesante ante las limitaciones actuales, que debería profundizarse. Pero no basta con actuaciones testimoniales, el verdadero problema está en la amplia demanda potencial para mejorar la envolvente de los edificios, de su eficiencia edificatoria con independencia de otras obras. Hasta ahora, no existe una canalización similar por parte del Ministerio de Fomento, que sería deseable. Si consideramos que las correcciones más fuertes se centran en edificios anteriores a 1980 (previos a normativas de aislamiento térmico), comprendería unos quince millones de viviendas. Sobre ellas podrían estimarse un 10% acondicionadas, sustituidas o desaparecidas y, considerando una operatividad de dos tercios, resultan NUEVE MILLONES DE VIVIENDAS NECESITADAS DE MEJORAR SUS ENVOLVENTES, potencialmente, lo que podría suponer un ahorro energético medio del 40% en muchos casos. Cifras que justifican la importancia de mejorar la sostenibilidad de nuestros edificios y, ante los recortes y la ausencia de un plan al respecto, se crea otra frustración y se mantiene un sobrecoste energético, que debería superarse a la mayor brevedad posible. “Si usted puede, España no puede”, enunciaba un “slogan” durante la referida primera crisis. Ante las limitaciones económicas de la Regeneración Urbana y la Rehabilitación, este tipo de actuaciones resulta el más operativo para lograr mejorar la sostenibilidad de nuestras ciudades y reactivar un sector básico, como le edificación. A ello pueden quedar reducidas las políticas de sostenibilidad, rehabilitación y regeneración, pero hay que empezar por algo.













La crisis actual tiene cierto “déjà vu” para quienes tenemos cierta edad, pero esta vez es más profunda. Los elevados precios de la energía responden a las previsiones de encarecimiento por la amenaza de la escasez, no a un incremento repentino, como en 1973. Los procesos de Regeneración y Rehabilitación Urbana esta vez van en serio, los imponen las circunstancias de evitar costosos procesos de nuevas urbanizaciones e incremento de flujos de transporte, lo razonable es aprovechar y mejorar lo existente. La recuperación de la idea de la ciudad multidimensional, compacta y multifuncional, y marco de sociabilidad revive el interés por ella a nuevas generaciones de ciudadanos, tras décadas de dispersión. El tiempo también ha calado en la conciencia y se observan cambios de hábitos frente al despilfarro precedente, muchas veces auspiciados por estudios de mercado poco rigurosos. La crisis de las autopistas de peaje en Madrid, la disminución del uso de aparcamientos, incluso la estabilización de la demanda del transporte público indica que los ciudadanos recurren a caminar o ir en bicicleta, como alternativa de movilidad sostenible, o incluso forzosa. 











El sentimiento de que nos enfrentamos a desafíos globales para nuestra subsistencia en el planeta viene asentándose, ante indicios poderosos de cambios naturales y limitación de recursos. La filosofía de la sostenibilidad es la única vía   aceptable, pensando en las futuras generaciones y a una escala global. En paralelo, una nueva conciencia cívica debe consolidarse, alejada del síndrome precedente del nuevo rico, y servirá para ver la ciudad de otra forma más participativa, solidaria y eficiente, lo que debe ser un estímulo para la labor de los profesionales conscientes de su compromiso. No se repetirá otra locura inmobiliaria como la reciente, la ciudad y su escenario urbano están hechos, quedan desarrollos intersticiales, renovaciones puntuales de zonas muy degradadas sin especial interés, elementos singulares y la rehabilitación y el mantenimiento: no se pretende crear un valor nuevo, sino añadirlo a lo existente. Un escenario con muchos andamios y menos grúas, pero que debería ubicar la edificación en un 6% del PIB (60.000 millones de euros), cuando se levante cabeza y con independencia de la obra civil. Pienso que hay un nivel de conciencia muy superior al de hace 40 años, ampliamente compartido, sobre una nueva cultura urbana más rigurosa. 




La realidad es que tenemos más patrimonio, cultura y sabemos qué hacer pero, por desgracia, no hay liquidez ni actividad y el Gobierno, el primer empresario, está paralizado por el déficit, sólo maneja la fiscalidad y olvida la economía productiva. La situación resulta agobiante y es preciso que el poder político afronte medidas económicas, para promover la sostenibilidad y la eficiencia de nuestro entorno, mediante las estrategias de Regeneración Urbana deseables. Hemos pasado brúscamente del culto a imágenes de moda a la lucha por una realidad sostenible. Es duro, pero necesario, sobreponerse a una situación con opciones tan reducidas, que nos limitan a ver revistas profesionales recientes, que continúan hablando de “modas”, y recordamos una época reciente, cuando parecía que “teníamos el mundo en la palma de nuestra mano y debimos estar locos, porque todo lo arrojamos lejos”, como diría Bob Dylan (“I Threw It All Away”).  









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