martes, 26 de marzo de 2013

A LOS ARQUITECTOS HABRÍA QUE MATARLOS.


A LOS ARQUITECTOS HABRÍA QUE MATARLOS…




"Habría que matarlos. ¿Tú sabes por qué habría que poner pena de muerte? Me caen mal los arquitectos porque sus crímenes perduran más allá de su propia vida". (Esperanza Aguirre, septiembre 2012: "frases para la eternidad.").






Los arquitectos españoles estamos medio muertos, ante la dramática realidad del sector de la edificación, con el visado de viviendas por debajo del 20% de lo deseable y  reducidos al 6% del techo de 2006. Hemos pasado de colectivo profesional solvente financieramente, a serlo de riesgo por la extinción de nuestra actividad básica pero, como no parece suficiente, se pide el tiro de gracia. Así se deduce de un documento conocido del Ministerio de Economía y Competitividad que, tras desintegrar el sector de la Edificación y ridiculizarlo en el PIB, prepara una Ley de Servicios Profesionales, basada en el todos contra todos, cuyas referencias hay que buscarlas en otra Ley: la de la Selva. Ahora, alcanza su máxima expresión la afirmación de Esperanza Aguirre, como Presidenta de la Comunidad de Madrid: “A los arquitectos habría que matarlos”. 



El avance conocido de la Ley de Servicios Profesionales, son 21 páginas/ diapositivas de presentación Power-Point; no es un formato riguroso pues carece de la estructura articulada de un texto legislativo y, aunque muestra importante desconocimiento de lo que aborda, ilustra sobre el “estado del arte”, porque se ha elaborado en el Ministerio y representa una corriente de opinión interna. Como no se conocen otras, no podemos ignorar que estamos ante una amenaza real. Resulta especialmente grave para los arquitectos porque, ignorando la existencia de directiva comunitaria propia para la Arquitectura y Planes de Estudios específicos, suprime las reservas de actividad propias para “proyectar y dirigir obras de edificios residenciales, culturales, docentes o religiosos, arquitectos e ingenieros con competencias en edificación”. Se argumenta que “no es proporcionado reservar la actividad de edificación según los usos. Si un profesional es competente para realizar una edificación, se entiende que también será capaz de realizar otras, con independencia de su uso”. Italia es un precedente aleccionador, con medidas similares hace unos cuarenta años, ha desaparecido la que fue prestigiosa Arquitectura Italiana: perdieron los arquitectos italianos, perdió su Sociedad y la marca Italia. Un exponente más, unido a otras causas, de un deterioro continuado que recuerda el momento de degradación actual de España, tras un éxito internacional reconocido y una torpe gestión posterior.



Hablar de visión economicista (?) resulta excesivo, para un planteamiento estúpido, que resulta atroz como tal. Por la misma regla, si un profesional es médico, se entenderá que lo mismo expenderá recetas que realizará una operación de trasplante de corazón, unas cataratas o un apendicitis. ¿Para qué existen diferentes titulaciones si casi todas valen para lo mismo, construir, atender la salud, “hacer las cuentas”, aunque sean erróneas, etc?. ¿Para qué estudiar seis años, si dan lo mismo cuatro? ¿Para qué esforzarse?. Llevamos demasiado tiempo acostumbrados a que ineptos, incompetentes o insospechados ególatras, es decir estúpidos, adopten decisiones trascendentes, sin mayores objeciones que considerarlos circunstanciales. Craso error; si no funcionan los mecanismos de equilibrio, se crea una falta de higiene que amenaza al propio sistema y es lo que vivimos. Carlo María Cipolla ya lo advirtió en su “Ensayo sobre la Estupidez Humana”. Tiempos buenos para “listos” y oportunistas, pero malos para una Sociedad en degradación. No puede consentirse que la estupidez marque las normas de un país, pues el resultado inexorable es la catástrofe.

















En España, bajo “directrices” europeas, esta crisis sólo valora la economía financiera e ignora la productiva y provoca destrucción de empleo y actividad a cotas desconocidas en el mundo desarrollado. El excedente inmobiliario es un ejemplo claro; se hubiera absorbido en tres años con la política convencional, pero al considerarse como problema financiero estrictamente, se convierte en un disparate que precisa rescate y se lleva la actividad del sector (empresas, profesionales, recaudaciones municipales, etc.). A cambio, el Banco Malo lo dará salida al mercado, con inyección de fondos públicos, y cambiará a una política de alquileres y aparecerán “fondos buitre” gestores, a mayor gloria de inversores avispados, adquirentes a la tercera parte del valor inicial.




De poco valen las voces que advierten de que “aguantar mata”, o el reconocimiento de previsiones radicalmente erróneas del FMI, que pensaba una menor incidencia de los recortes de la inversión pública y, ahora, triplica sus consecuencias negativas. De poco valen porque se preparan más medidas en esa línea, como una Ley de Servicios Profesionales para “reactivar” la economía, que repite argumentos empleados con el Decreto de Visado Obligatorio y la Ley Ómnibus, caótica, absurda y excesiva (superaba a la Directiva Europea de Servicios), que sólo han aportado recesión, inseguridad y miseria. Entonces se sabía que los datos eran irreales, que la justificación económica era errónea y, por si no fuera suficiente, lejos de reactivar la economía hemos entrado en la recesión más profunda que haya conocido este país. A la espera de las nuevas reconversiones anunciadas, y con el sector de la edificación bloqueado por la creación del “Banco Malo”, se acompaña el impresionante gráfico de la evolución del PIB.






















La base argumental más directa la aporta la Comisión Nacional de la Competencia auténtico caballo de Troya, para desvertebrar (lo llaman desregular) a la Sociedad. Es un perseguidor impenitente de cualquier referencia de costes profesionales y un prestigioso invidente ante las prácticas del “dumping”, o abusos financieros, sobre lo que parece no tener noticias. Este organismo tiene razón de ser, pero actúa de modo excesivo e influenciable y la inexactitud de su nombre parece advertir sobre la fiabilidad de sus acciones, pues trata de la Competitividad y no de la Competencia. En el caso de los profesionales titulados, ésta no depende del Ministerio de Economía, ni de la CNC, sino de los títulos habilitantes que reconoce el Ministerio de Educación y de posteriores disposiciones legales en base a ellos. Ignorar estas circunstancias destruye el sistema de garantías que fundamenta nuestra Sociedad. Hay otras Sociedades regidas por diferentes normas, incluso algunas tribus practican el canibalismo pero, cuando cambia el modelo en una Sociedad Democrática, hay que contar con los ciudadanos, aunque no le parezca bien al Ministerio de Economía o a la CNC.


Tras este nuevo conflicto, deben conocerse los “Beneficios Potenciales de la Reforma
- La propuesta tendría beneficios económicos positivos en el largo plazo. Por el lado de la demanda, el consumo y la inversión se verían impulsados por las mejoras en la competencia y la reducción de los márgenes de precios. Por el lado de la oferta, una liberalización del sector fomentaría el empleo y mejoraría la productividad.
- La ganancia en términos de PIB potencial o a largo plazo podría caracterizarse en un 0,1% por cada 1% de contracción de los márgenes de los Servicios Profesionales…
- Mayor movilidad geográfica de los profesionales españoles en la UE.
- Menor recurso a los tribunales en la defensa de las reservas de actividad.”



El Ministerio de Economía y Competitividad ya no sabe qué argumentar, obviamente. Se olvida el detalle de que para existir competitividad, debe existir actividad económica y eso es lo que se destruye. Como es natural, los beneficios serán a largo plazo, hasta entonces y suponiendo que se produzcan, nos ofrece “sangre, sudor, lágrimas y paro”.
-          Es surrealista proponer la mejora del PIB por la contracción del precio de los servicios. Esa vía lleva a la extinción de la actividad como expresión competitiva y el rendimiento negativo como un “éxito” para el PIB. La repercusión de los profesionales, que también supone puestos de trabajo y riqueza, ronda el 4% del precio final y su margen de beneficio difícilmente llega al 0,8%. Achacar a una reducción del 1% de los márgenes (el 0,008% respecto al producto final) una ganancia del 0,1% en el PIB muestra un sorprendente sentido de la proporción y de la realidad. Así que trabajar gratis es hermoso y la desaparición de los servicios profesionales puede parecer una “buena idea”… para el PIB.
-          Es un insulto hablar de “mayor movilidad geográfica de profesionales españoles en la UE, que ya la tienen, ante una diáspora obligada por la falta de actividad, que nos priva de nuestros recursos humanos más cualificados y nos empuja al subdesarrollo. Los salarios españoles, para quienes pueden trabajar, son inferiores a la mitad de los alemanes, etc. Ciertamente, todavía hay recorrido hacia la esclavitud.
-          La disminución de las reservas de actividad reducirá ese trabajo, limitado, ante los tribunales; a cambio aumentarán las demandas por calidad de servicios, el papel y coste de las aseguradoras y el corporativismo se trasladará a las pruebas periciales. ¡Enhorabuena a los premiados!



Los arquitectos españoles estamos ante la situación profesional más grave que nunca haya vivido la profesión. En realidad afecta a todos los colectivos técnicos, por esa grotesca mezcla de que todos valen para todo, aunque algunos vean “oportunidades” en ese envite. Se continúa en el proceso de destrucción de garantías, iniciado hace tres años, aunque se ve venir desde hace tiempo. Sólo un movimiento social amplio puede parar el despropósito. De nuevo cobran sentido las palabras de Bretch: ”cuando vinieron a por los sanitarios, no me preocupé porque yo no era sanitario, cuando vinieron a por los abogados yo no me preocupé, porque yo no era abogado… Ahora vienen a por nosotros y podemos estar solos”. NO RECHAZAMOS LA COMPETITIVIDAD, RECLAMAMOS LA COMPETENCIA Y NEGAMOS LA PÉRDIDA DE GARANTÍAS ARBITRARIA. Debe entenderse que es la Sociedad la que está amenazada y así debe verlo la Unión Profesional. ¿Cómo es posible que un Gobierno entre en conflicto con todo tipo de colectivos profesionales, con seis millones de parados? Parece estúpido pero, como dijo Goebbels, repetido muchas veces puede parecer “brillante”. Evitémoslo, busquemos la complicidad social frente al discurso del “todo vale” y no olvidemos que, algunos, quieren “matarnos”.


Al final de todo queda la Arquitectura y siempre quedará, como expresión perdurable de la cultura de la que formó parte y del tiempo en que se desarrolló, para olvido o elogio por futuras generaciones; pero la bondad de ese legado se defiende desde una práctica profesional rigurosa y responsable, no desde el mercadeo como razón de ser absoluta. A las Instituciones Profesionales de Arquitectos (Colegios Oficiales de Arquitectos y su Consejo Superior) la corrección política puede aconsejarles invocar el discurso de la defensa de la Arquitectura y los valores indelebles que aporta a la Sociedad, algo tan legítimo como lamentable que haya que recordarlo, pero este argumento no puede obviar el drama de sesenta mil profesionales que, tras ver desaparecer su actividad, prácticamente, se enfrentan a la arbitrariedad del despojo de las competencias para las que fueron formados y se esforzaron en adquirir. Una estafa más, de las que se viven en el mundo marcado por la avaricia especulativa del corto plazo, ajena al esfuerzo temporal de cualquier economía productiva. Se ha perdido el rumbo, parece que no hay que enseñar a pescar el necesitado porque, si aprende, tal vez pida dinero por lo que pesque, lo mejor es que no aprenda y, desde luego, no des un pescado gratis, pues siempre podrás comerlo. Así que no hacen falta pescadores, pero tampoco arquitectos, ni profesionales en general: sólo se necesita la sumisión al salario, el miedo al desempleo y, tras la sociedad de bienestar, recuperar el viejo orden de la esclavitud. Vamos por “buen camino” y algunos nos felicitan, como prueba de ello. Nuestros representantes civiles deben advertir del drama de esta cultura del expolio.




Parece una pesadilla pero, como en el cuento de Monterroso, cuando despertamos el dinosaurio continúa mirándonos. Es una amenaza real, aunque existan declaraciones del propio Ministerio minimizando el texto; pero conocemos los precedentes de la Ley Ómnibus, el Visado Obligatorio y el escaso reconocimiento del Ministerio de Economía hacia aspectos positivos de nuestra forma de hacer y nuestra economía. Falta carácter y conocimiento real en el discurso político oficial, encerrado en el reparto del ejercicio de un poder aparente, porque el verdadero se ha desplazado a estructuras financieras. La Sociedad se ve alejada de ello y, si no se logra la regeneración, impulsada desde el tejido civil, la catástrofe de los estúpidos y avariciosos está cantada. Por eso, a veces, resulta insuficiente la corrección política porque, con sus silencios y tibiezas, ha contribuido a que estemos donde estamos.




PS. Los arquitectos que hicieron estas obras están muertos, pero no los mataron y, gracias a ello, podemos disfrutar del legado de su obra, sus "crímenes", y lo que representa para la cultura en la que vivieron y la Humanidad, en general.   
            
                               Febrero de 2013

                   David Dobarco Lorente, arquitecto