jueves, 1 de septiembre de 2011

LORCA DESPUÉS



El olvido es un mecanismo de la mente humana para superar situaciones traumáticas, pero quienes lo padecen en primera persona no siempre pueden hacerlo y temen ser olvidados por los demás. El pasado día 11 de Mayo un terremoto conmovió a España en Lorca, con dos movimientos de tierra de 4,5 y 5,1 grados de intensidad, produjo nueve víctimas mortales y elevados daños de los que tardará en recuperarse la ciudad. Con la sensibilidad ciudadana a flor de piel, tras el drama de Japón, surgen preguntas sobre la calidad de la construcción, la solvencia normativa, si se podían haber evitado las víctimas y las posibles responsabilidades. Nuestras sociedades “avanzadas” no son ajenas al viejo espíritu del “chivo expiatorio”, ante fenómenos o desgracias naturales que escapan a su control, por ello no es extraña la aparición de comportamientos oportunistas, ajenos a la necesaria reflexión y la acción solidaria reparadora.

El Mediterráneo es una zona bastante activa, en términos sísmicos, y periódicamente protagoniza movimientos más o menos intensos con un lamentable reguero de víctimas. En Italia, por ejemplo, se han producido 4.500 fallecidos en los diversos terremotos de los últimos 40 años. El terremoto de Lorca recuerda bastante al padecido por Asís en septiembre de 1.997, que también tuvo dos sacudidas principales, provocó once víctimas y graves daños en el importante patrimonio histórico artístico de la zona. Lamentablemente, el patrimonio monumental es el que peor puede asumir la acción sísmica, por la rigidez y limitaciones de sus sistemas estructurales y constructivos, así que los daños inducidos son amplios y cuantiosos. Así ha sucedido en Lorca, pero las afecciones a los ciudadanos han sido muy fuertes, tanto en sus residencias como en las consecuencias económicas.

La normativa sísmica española considera como zonas sensibles aquellas que exceden su aceleración sísmica de 0,04 g y Lorca se encuentra entre 0,08- 0,12, al menos hasta ahora, pero la intensidad ascendió hasta 0,36 g, de modo que se excedió ampliamente a los criterios de cálculo vigentes: no hubo negligencia en la construcción. Las víctimas se produjeron en la calle por el desplome de petos en los edificios y, en algunos casos, muchos edificios dañados serán sustituidos por otros nuevos con mejor calidad constructiva, porque no merece la peña rehabilitar inmuebles con baja calidad constructiva en sus estructuras de hormigón. De todo ello habrá que sacar conclusiones y afectarán a múltiples conceptos: empezando por los niveles de aceleración y continuando por los criterios sobre la conservación y el mantenimiento de edificios, sobre el progresivo aumento del peso de nuestros edificios (forjados planos, losas flotantes con fines acústicos), el comportamiento de paramentos articulados o empotrados, etc. Una reflexión más que coincide con la revisión, prevista y necesaria del Código Técnico de la Edificación, con motivo de su quinto aniversario.


Los vecinos de Lorca fueron sorprendidos por los dos movimientos sísmicos, el segundo fue una única y devastadora sacudida, y muchos han visto desaparecer sus viviendas o las conservan con importantes daños. Las ayudas establecidas son 24.000 € para rehabilitaciones y 106.000 € para viviendas. Lorca está limpia y ha recuperado su orden, pero un silencio especial se vive en las zonas dañadas e impresiona ver como continúan las demoliciones y muchos negocios permanecen cerrados: una vida parcialmente anestesiada que espera recuperarse en el tiempo. Para eso deben llegar las ayudas y añadir a la lucha de recuperación cotidiana, la batalla para evitar el olvido de lo prometido.

El Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos decidió celebrar en Lorca su pleno del día 15 de Junio, para expresar su solidaridad con los ciudadanos de Lorca y los compañeros de Murcia, cuyo respuesta a los hechos fue rápida y comprometida. La posterior gestión de la crisis por parte del Ayuntamiento ha merecido el reconocimiento de la Medalla del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España. En el salón de Plenos del Ayuntamiento, el Alcalde transmitió su reconocimiento y la preocupación por el olvido, en unas circunstancias tan complicadas por la crisis general que vivimos. Los Colegios Oficiales de Arquitectos mantendremos nuestro compromiso con Lorca para evitar su olvido.

En ese escenario y contexto se produjo la toma de posesión de cuatro nuevos consejeros: los nuevos Decanos de los Colegios de Baleares, Canarias, Galicia y Vasco- Navarro. Ellos también asumen su cometido en un contexto profesional de crisis de actividad y sometido a otro tipo de convulsiones: las modificaciones legislativas. En tan complejas circunstancias, hay que desearles los mayores éxitos y suerte en su gestión. Como se ha expresado en otras ocasiones, los Colegios Profesionales, en general, y los de Arquitectos, en particular, asumimos la necesaria adaptación a nuevas circunstancias sociales y tecnológicas de nuestras Instituciones Corporativas, pero nos oponemos a la destrucción y debilitamiento del tejido asociativo de nuestra Sociedad Civil, de agrupaciones que representan la independencia del conocimiento aplicado, que deben asumir la responsabilidad por ello ante la Sociedad… Los Colegios Profesionales manifestamos nuestro rechazo a medidas desrreguladoras, basadas en interesados argumentos economicistas a corto plazo. Los terremotos se manifiestan con su devastación física, la ignorancia provoca la devastación social, especialmente cuando bajo su apariencia se esconde el ariete de intereses económicos bastardos… Los de quienes generan crisis para recoger sus beneficios que pagan los ciudadanos.

Hay luchas que no se pueden olvidar. En 1.983, Chrissie Hynde de los Pretenders, cantaba una canción: “My City Was Gone” (Mi ciudad se fue). Algo que les ha sucedido a muchos vecinos de Lorca, que vieron como se abrieron las calles, se tambalearon y cayeron edificios, o cómo han debido ser demolidos después, muchas veces sin poder recuperar objetos personales, llenos de recuerdos, de pequeñas o grandes historias. Para muchos se ha ido parte de su vida, en su vivienda y en su ciudad y queda el miedo. En Lorca, sus vecinos tienen miedo a pasar a ser un mal recuerdo a olvidar y la presencia del CSCAE expresó la voluntad de colaborar para evitar que así sea.